Casi todos los miembros de la familia participan en la elaboración del sombrero, desde niños de unos seis años hasta los ancianos. En la actualidad, es principalmente la mujer quien le dedica mayor tiempo a la elaboración de las trenzas, ya que el hombre se dedica a la agricultura y al cultivo de la caña flecha, además de otras ocupaciones, aunque algunos se destacan en el trenzado fino. Las vueltas de la plantilla son responsabilidad de los jóvenes; las vueltas de la encopadura, que contienen las pintas, son tarea exclusiva de los más expertos y diestros; las vueltas del ala, también de los jóvenes; y el ribete, de los niños.2
Solo en San Andrés de Sotavento, unas 15 000 familias viven de la comercialización de la prenda (y más recientemente, de otras artesanías elaboradas con caña flecha), lo que constituye el primer renglón económico de la localidad.12 Del total de la población de artesanos, aproximadamente 6.200 mujeres tejen a mano la caña flecha.13
El sombrero vueltiao se usa como una prenda más del atuendo:
- El hombre enamorado lo lleva con un ala levantada y pegada a la copa.
- La gente de la sabana de Sucre, Córdoba y Bolívar le hace un doblez llamado pava.
- El campesino sinuano no le hace pava ni levanta las alas, lo porta que casi no se le ven la cara ni las orejas.
- El de la ciudad lo luce con los extremos ligeramente arqueados hacia arriba y, si es parrandero, un poco ladeado.
- El hacendado lo lleva plano, las alas no suben ni bajan.
- El de alas muy cortas lo usa la persona fiestera, bailadora de salsa
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